
Una mujer. Una de tantas. Heroína de guerra a su pesar.
Pero lo pudo contar. Deambuló venciendo un obstáculo tras otro a fuerza de decisión, embarazada y llevando de la mano a sus dos pequeños hijos. Sin perspectiva de elección, pero movida por un único objetivo vital de sobrevivencia, no siempre supo valorar en el camino a quien le tendió una mano, y fueron muchos. Apaleada por los acontecimientos, descubrió a sus hijos y se descubrió a sí misma en facetas insospechadas.
Su hijo mayor, un niño con los sentidos puestos en interpretarlo todo, fue su voz. Entonces y hasta hoy.
Es él quien escribe desde el sentir de su madre cartas a su marido-padre que incluyen la perspectiva del tiempo. Con sencillez, con admiración, con honestidad, con sensibilidad infinita.
M.M.
Yitzchak Mayer llegó a Israel en 1946 con su madre y sus hermanos. Estudió Literatura y Educación en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Destacado hombre de letras y de educación detentó cargos de gran proyección e influencia. Luego fue Cónsul israelí en Canadá y Embajador en Bélgica y en Suiza.