
Fragmento de Sofía González Bonorino para ATADITOS
Respirar el leguaje de Ataditos es sentir el cuerpo trunco, la caída, las posibilidades infinitas de lo que permanece en algún rincón de la memoria, imágenes quietas, poderosasentre muros de piedra.
Estrin no se resigna. Se hunde en un río que duele, el mismo en el que el sol cae, instante único que la poeta quisiera arrancarle a la tarde, guardar para ella sola.
Pero viva como está, siente palpitar el tiempo, esa incomodidad necesaria, esa atmósfera nutricia en la que escribe y existe:
Tiempo conmueve
La pregunta otra vez
Estrin se aproxima, dice, como si no pudiera otra cosa.
Porque de la verdad, también, se trata.
Va yendo desde el lugar siempre equivocado, desde su revoltijo de mañana, desde esa luz, desde la tristeza de lo que sabe perdido.
Las imágenes me golpean: el cactus enfermo, que el poema asocia a la basura. Nada más terrible, pienso, que la indefensión vegetal de esa planta guerrera.
Penas en los ojos. Y el alma,que balbucea en imágenes, y aterra.
Cambiar los ojos para ver lo mismo
Mismo sol para misma mentira
Los poemas chocan, a veces, con la piedra.
Las perversas formas de la naturaleza, ignorantes del tiempo y sus segundos, emparedan la vida.
Del otro lado piedras
Sueños
Ataditos dice pérdida. Ningún talismán nos protege de las horas, de los surcos que nos van dejando en el cuerpo. Para petrificarse después, como caminos muertos, que no van a ningún lado.
Palabra va y viene
Atadita
que ni una imagen
ni un consuelo
sostienenal desespero
Laura es testigo de ciertos días de mayo, días que atormentan. Lo irrepresentable de ese tiempo perdido, de ese sol, vuelve, para quedarse, en el poema.
Y en donde todo fracasa, la memoria se escribe.
No está en la escritura de Estrin esa totalidad que me envuelve como una madre nutricia.
Avanzo a los tropezones, con angustia, me corto en frases inacabadas, me pierdo el sentido, me rescato en formas y sonidos.
Lectora, me fragmento en mil pedazos, como los rayos del sol a través de un lente del siglo XIX. Soy, también, esa mañana que se desanda en calor.
Y no hay posibilidad de ilusiones, de engaños.
No digan
no hablen
ya dijeron y hablaron
Entre jazmines y perfumes de magnolias, Ataditos me absuelve de lo inacabado, con ese decir que dice lejos, otra cosa, siempre.
Y el dolor es la exclusión.
Quedarse, aparte, con el incómodo saber a cuestas.
Que es así
cosas que son así
Ella se cansa, y las palabras la llevan a sostener paredes, para darles la espalda… El moho de lo repetido queda del otro lado.
Hay en estos poemas algo del lujo del exceso:elporque sí, por nada, por puro gusto.
anillos de ojos mojados
anillos
anillos
Desesperada, femenina, irreverente, taconea el tiempo.
Y el dolor, el de siempre reencontrado, el que se dice en dos líneas:
Invierno muerto
otro invierno.